
Pero dejando fuera las películas y libros de ciencia ficción, lo cierto es que los seres humanos no tenemos esa capacidad. Pero algunos creen que si la tienen.
Realmente no leen la mente, sino que interpretan las palabras y las acciones de los demás y llegan a una conclusión basada en su propia experiencia o en el conocimiento previo que tienen del interpretado. Los padres y los cónyuges son un ejemplo común de esta supuesta "telepatía" cuando se usa en el buen sentido.
Luis llega a su casa del trabajo y saluda como siempre a su esposa y sus hijos. Le da un beso a cada uno de los niños y a su esposa un abrazo efusivo. Laura, su esposa, lo mira; "intuye" que algo pasa. No hay nada diferente en la forma en que Luis se ha comportado desde que llegó a casa, pero ella "siente" que algo anda mal. Luis come la cena, pregunta cómo ha estado el día, alaba a su esposa por la buena cena. Uno de los niños le pregunta si le puede ayudar con una tarea. Luis pregunta si es urgente, pues está muy cansado. "Lo sabía", piensa Laura. "El solo dice que no, cuando algo malo ha pasado." Cuando están a solas Laura le grita a su esposo: "A ti te pasa algo raro, cuéntame ya mismo que te traes entre manos". Y Luis responde: "¿De qué hablas, mujer? ¿Qué mosca que te picó?" - "Qué mosca ni que qué ocho cuartos; a mi no me vas a engañar"
Y así la experta telépata ha deducido una historia truculenta de infidelidades, traiciones, crímenes y hasta asesinatos. Lo cual es posible, pero poco probable.
También hay historias felice

Lamentáblemente se recuerdan con mayor facilidad los casos negativos como el ejemplo mencionado primero
¿Qué puede hacerse para evitar ser víctima de un telépata de oficio o peor aún, convertirse en uno?
En primer lugar tenemos que reconocer que es imposible conocer perfectamente a otra persona. Podemos conocerla bien o hasta muy bien, pero habrá muchas cosas que no conocemos y que por lo tanto no podremos asumir cómo responderá a ciertas situaciones o bajos ciertos problemas. Asi que lo mejor que podemos hacer es establecer comunicación. Preguntarle a la otra persona qué quiere hacer, qué piensa, qué siente, qué necesita. Es posible que en principio no sea fácil que nos den respuestas, pero debemos insistir en tratar de ganarnos la confianza de nuestro interlocutor para que éste se abra y conteste las preguntas que nos permitirán ayudarlo.
En segundo lugar debemos aceptar que es posible que las respuestas que obtengamos no sean las esperábamos obtener. Nuestros amigos no son iguales a nosotros y no debemos pretender que lo sean. Por lo que debemos escuchar sus respuestas con paciencia y humildad aunque quizás no sean de nuestro agrado. Es válido querer tratar de cambiar la opinión de otra persona, pero para hacerlo debemos demostrarle que hemos escuchado su opinión y la hemos considerado con seriedad. Así que es necesario escuchar con atención y valorar respetuosamente las opiniones ajenas, ser abierto a nuevas ideas. Luego podemos mostrarle otra solución u otra forma de hacer las cosas, presentando razones válidas y convincentes.
En tercer lugar debemos de evitar la tentación de emitir juicios de valor sobre las acciones ajenas sin el conocimiento previo de todos los detalles implicados. La misericordia es una hermosa cualidad que debemos cultivar. Es posible que nuestros valores morales no toleren cierta conducta, pero no por ello debemos odiar a las personas que la hayan practicado. Seamos estrictos solo cuando sea necesario y misericordiosos siempre que sea posible. Hay que darles a todos el beneficio de la duda, es decir, hasta que conozcamos todos los hechos debemos procurar pensar que la intención de las personas es siempre buena aun cuando los resultados no sean los esperados.
Finalmente, debemos aceptar que no somos los dueños de toda la verdad, no somos amos sobre la vida de los demás y no somos infalibles. Otros pueden tener mejores ideas que las nuestras, no tenemos el derecho de decidir por otras personas y siempre habrá más de un momento en que nos equivocaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario